Aseguran que la cuarentena es "la oportunidad para hacer algo diferente" de la escuela inclusiva

24/06/2020 15:11:42 | 354 LECTURAS | EDUCACION

Informe de la agencia Telam.

La cuarentena podría dar "la oportunidad" para lograr una escuela más inclusiva para alumnos con discapacidad y que a nadie "le duela" ir al colegio, opinaron el padre de un niño con autismo que creó una fundación y la directora de una secundaria que integra a 70 adolescentes.

"Todo lo que creíamos que era o debía ser la escolarización inclusiva fue puesto en jaque y esto nos permite pensar en otras alternativas posibles, quizás mucho más respetuosas, amables y efectivas", dijo a Télam Gastón D'angelo, director de la fundación neuquina Faro Patagonia que trabaja por las personas con trastorno del espectro autista (TEA).

"Veo en la pandemia la gran oportunidad para, al regreso, hacer de la escuela otro lugar a partir del registro de lo que no estábamos haciendo en la modalidad presencial, que es salir a la búsqueda para que nadie se quede afuera", agregó Silvana Corso, directora de la Escuela Media N°2 Rumania del barrio porteño de Villa Real.

Pero mientras Corso sostiene que la "escuela no es en casa", porque bajo esta modalidad "le falta el vínculo con el otro", para D'angelo "no podemos dejar de atender las posibilidades" reales de cada chico con discapacidad para educarse en esa "bomba de estímulos sensoriales" que puede ser para algunos el espacio físico del aula.

"Quizás haya que pensar en llegar a él por otros canales", como los virtuales, que potenció la cuarentena, señala D'angelo.

Corso, quien fue una de las 50 finalistas 2017 del Global Teacher Prize considerado "el Nobel de la Educación", planteó que "la escuela inclusiva post pandemia" tiene que ser diferente también en términos de "cómo enunciamos los problemas".

A partir de la experiencia de las clases virtuales, "la escuela entiende que el contexto puede ser la barrera (para el aprendizaje) y no el niño" porque permite descubrir que algunos "tienen papás analfabetos, que viven en condiciones de pobreza, no comen o no tienen una computadora", cuestiones que "siempre estuvieron" pero no "preocupaban" al punto de hacer "revisar las prácticas".

"Hoy estamos todos en una carrera re loca de buscar más y más estrategias para mantener a los chicos conectados y es la oportunidad histórica de hacer de la escuela algo diferente", señaló.

"No puedo quedarme de brazos cruzados porque la mitad de los chicos de Fuerte Apache no tienen computadora: trascender esta barrera implica inventarte y reinventarte como escuela", dijo.

Y en esa búsqueda, por ejemplo, está resultando "fundamental" el encuentro que se produce cada 15 días en la entrega de "las bolsas de refrigerio" en las instalaciones de la escuela: hasta allí llegan las familias más vulnerables con toda la tarea hecha a mano o dentro de un pendrive y es también la oportunidad para un intercambio enriquecedor.

Por otro lado, Corso exhortó a mantener en la presencialidad, el "lugar clave" que hoy tienen las maestras integradoras o acompañantes terapéuticos de los niños con discapacidad, así como las familias en general en tanto "mediadores que ayudan al docente".

"No puede ser que cuando volvamos cerremos la puerta y sigan quedando afuera las familias: los que fueron mi equipo en la virtualidad, tienen que seguir siéndolo", agregó.

Por su parte, D'angelo consideró que "lo que nos demuestra esta pandemia, es que la escuela tiene que estar para ser inclusiva donde el chico (con discapacidad) la pueda recibir mejor" y si esto ocurre en su casa a través de medios virtuales "deberá encontrar la forma para llegar" hasta allí y pensarse quizás en una modalidad "mixta", con materias de enseñanza remota y otras, como la actividad física, para impartirse en la escuela, "compartiendo con sus compañeros".

En ese sentido, explicó que algunas familias de niños, niñas y jóvenes con autismo "nos vienen manifestando cambios positivos desde la suspensión de clases", tales como "progresos en el aprendizaje, mejoría en la atención, estabilidad emocional, sueño, autoestima" y "disminución de conductas autolesivas".

Este acompañante terapéutico que abrazó esa profesión a partir del diagnóstico de autismo no verbal en uno de sus hijos mellizos cuando tenían dos años y medio, explicó que no es el caso de su Oliverio (8) pero sí de una adolescente de 14 años con Asperger que "venía cambiando de colegio dos veces por año" y de un niño de 8 años con autismo verbal que le dijo a su mamá "estoy bien porque ya no me duele la escuela".

"La adolescente, que había llegado al secundario casi sin saber leer, de golpe en su casa empieza hacerlo con asiduidad, mejorando además su autoestima porque se da cuenta su potencialidad que no supo mostrarle la escuela, a donde no quiere volver. Y el niño de 8 años está más animado, estable anímicamente y sin brotes de conducta disruptiva", dijo.

D'angelo advierte que si bien "la educación inclusiva es fundamental porque sienta las bases para una sociedad más respetuosa de la diversidad", esa inclusión "no puede ser una mera incrustación" que resigne el objetivo de "educar a las personas con diversidad funcional" para ser sólo "un espacio de socialización" y, en tanto esto no se logre para todos, deberían existir "alternativas".

(Telam)